Es tal la magia de Córdoba que, cuando uno pasea por el Puente Romano sobre el Guadalquivir, cree que en cualquier momento va a encontrarse con Averroes o Maimónides, que bajo uno de los arcos de herradura rojos y blancos de la Mezquita se reclina Abderramán III, aquel que la llevó al Califato y convirtió en la ciudad más culta y desarrollada de Occidente, o que en la iglesia de Santa Marina vamos a cruzarnos con el maestro Manuel Rodríguez Manolete, que lideró la tauromaquia en los años 40 del siglo pasado.
En sus más de treinta siglos de historia como asentamiento humano, Corduba, Qurtuba, Córdoba, ha visto nacer en sus calles a cientos de hombres célebres, escritores como Luis de Góngora o el Duque de Rivas, artistas como Mateo Inurria y Julio Romero de Torres, pensadores como Séneca, e incluso, héroes como Gran Capitán. Sí, las piedras de Córdoba hablan. Y viven. A esa riqueza histórica y monumental se le une el carácter sobrio y existencial del cordobés, forjado por tres culturas.
El mejor mes para visitar Córdoba es mayo. El clima es cálido, las calles huelen a azahar. Sus monumentos, barrios y calles exigen del visitante una estancia mínima de un fin de semana para acercarse a parte de su belleza que fue considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984.
El corazón de la ciudad
Inicio el paseo en el corazón de la ciudad, la céntrica y cuadrada Plaza de las Tendillas. Allí se encuentra la estatua ecuestre de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán y el castizo reloj, situado en un edificio que hace esquina con la comercial calle Gondomar, el reloj da las horas no con campanadas sino con los acordes de la guitarra del maestro Juan Serrano a ritmo de soleares. La plaza debe su nombre a las múltiples pequeñas tiendas que hubo en otros tiempos y en ella celebran los cordobeses los sucesos más importantes como éxitos deportivos o recibir cada noche del 31 de diciembre al año nuevo. En sus inmediaciones estuvo situado el antiguo foro romano de la ciudad y hoy continúa siendo lugar de conversaciones, paseos y encuentros en sus numerosas cafeterías y comercios. El edificio de la Plaza más antiguo actualmente es el del Instituto de Enseñanza Media Luis de Góngora. Sin apenas moverme encuentro la Judería por la Calle de Jesús y María, peatonal, comercial y muy concurrida. Continúo por Ángel de Saavedra calle abajo. Desde allí se abre una pequeña plaza con naranjos y se divisa ya la torre de la Mezquita Catedral. Entramos en pleno barrio de la Judería: calles estrechas y empedradas, casas encaladas en blanco, balcones y ventanas enrejados y refrescantes patios interiores llenos de macetas y flores. Viajamos al pasado. Callejeando nos topamos con la Sinagoga
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