‘Principiantes’: Ventana generacional

14/01/2022

Luis Martínez del Amo. Andrés Lima lleva con éxito a las tablas el intimismo narrativo de Carver.

Adicto al desenfreno, el director Andrés Lima se refugia esta vez en la volcánica cotidianidad de Raymond Carver, el cuentista norteamericano que radiografió el envés del sueño americano. Un registro alejado de la grandilocuencia a la que Lima nos tiene acostumbrados. Un tono íntimo, del que el director de Sueño y Moby Dick sale, sin embargo, bien parado.

Lima se rodea de un elenco capitaneado por el televisivo Javier Gutiérrez —uno de los puntales de la obra— para poner en pie esta indagación sobre el amor, muy alejada de los territorios de las grandes pasiones que caracterizan su obra anterior, especialmente las dos piezas antes citadas.

Con todo, Lima elige las mismas herramientas para cartografiar estas suaves colinas, que esconden sin embargo la ira y la pasión. Escoge por un lado un atinadísimo repertorio musical, convertido una vez más en bandera de enganche de la obra. Apuesta además por una iluminación crucial —firmada por Valentín Álvarez—, a la que añade ahora una pantalla de vídeo, cuyo papel se eleva hasta el punto de llegar a convertirse en el quinto personaje de la función.

La cuestión arranca de la adaptación de unos cuentos de Carver. Especialmente de uno, De qué hablamos cuando hablamos de amor, cuya versión extendida se recupera. Un retrato de las perplejidades que el amor suscita, adaptada con acierto por el guionista y también director cinematográfico, Juan Cavestany, cuya querencia hacia el surrealismo cotidiano casa de maravilla con el espíritu Carver, y rinde aquí mejores frutos que en pasadas colaboraciones, como Moby Dick, sumergida esta en las más desbordantes pasiones.

Lima, amante del exceso escenográfico —aunque siempre calculado, y con astucia y tino para radiografiar el bagaje sentimental de su generación— recoge el guante. Y extrae todo el jugo de esos diálogos cotidianos, que se quiebran súbitamente hacia lo volcánico, en un cóctel de realismo americano, donde los personajes se abisman súbitamente, a lo largo de una velada muy alcohólica en la cocina de una de una de las dos parejas.

Con este material Lima logra instantes particularmente hermosos, como aquel en que el personaje de Laura, la mujer más joven —interpretado por Vicky Luengo— , se abisma en medio de un grupo, enmarcada por la canción You are so beatiful, mientras el resto permanece en primer término, sentados sobre una tarima y en sombras; o como el final, donde la pantalla ilumina a los personajes mientras suena un emblemático tema de la banda británica Radiohead. Una intensidad que sin embargo no se logra, en nuestra opinión, en el culmen de la historia de amor de dos octogenarios, cuyos resultados, a pesar del despliegue de efectos, quedan por debajo de su propósito inicial.

Mención especial dentro de un reparto que completan Mónica Regueiro y Daniel Pérez Prada, merece su protagonista, Javier Gutiérrez, el televisivo y cinematográfico actor, quien logra el resultado quizás más ambicionado por un intérprete, como es actuar como medium entre el significado del libreto y la representación —ni más, ni menos—, dando verdadero sentido a la palabra intérprete; aquel que ocupa ese espacio y realiza esa función. Baste decir que en los escasos momentos en que Gutiérrez abandona el escenario la obra sufre.

Una incursión certera, en suma, en el terreno intimista de Carver, de la mano de un maestro del desenfreno.

No se la pierdan.

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