El Grupo Volkswagen revalida así su título por tercer año consecutivo como primer fabricante mundial de automóviles, la mejor terapia para olvidar el dieselgate. El grupo alemán cerró el pasado año con un volumen mundial de 10,83 millones de coches vendidos, un avance de apenas un 0,9% que demuestra que ha tocado un techo. El crecimiento viene impulsado por la evolución de Seat, que crece a dos dígitos (10,5%) y Skoda y Porsche, todas con cifras récord.

Otro factor positivo en la balanza han sido las buenas ventas de camiones pesados MAN y Scania, y todo ello le ha permitido superar la bajada de un mercado tan importante como el chino y su falta de producción de motores gasolina, que ha limitado sus ventas.

La segunda posición ha correspondido a la alianza franconipona Renault-Nissan-Mitsubishi, que matriculó 10,76 millones vehículos en todo el mundo. El podio lo completa la japonesa Toyota, que registró un volumen comercial de 10,59 millones de unidades y sube también un tímido 1%.

A los tres les siguen, aunque a mucha distancia de la barrera psicológica de los 10 millones de coches, la americana General Motors con 7,94 millones y un 4,9% más de ventas, el Grupo Hyundai-KIA, que con un avance del 3,2% han llegado a los 6,8 millones y Ford, que a pesar de lo que está sufriendo en Europa roza los 6 millones.

2018 ha sido un año especialmente difícil para todas las marcas tras la llegada de la normativa WLTP, un nuevo protocolo con el que los fabricantes deberán homologar los consumos de sus vehículos y determinar el nivel de sus emisiones. Entre otros factores de preocupación para el sector automovilístico, el Brexit y la guerra comercial entre China y Estados Unidos.